miércoles, 26 de octubre de 2011

ENTREVISTAS: La salud, un compromiso con el otro

En La otra mirada nos preguntamos por la salud, y, para conocer de cerca cómo se trabaja y como se acompaña a la gente en este campo, entrevistamos a dos personas muy comprometidas. Felicitas Irazusta nos contó sobre el proyecto de la Asociación Voy con vos para terminar con la desnutrición en Chaco. Juan Ignacio Solernó, médico residente en un hospital de la Ciudad de Buenos Aires, nos acercó a la realidad del trabajo en el hospital y de lo que significa el vínculo con quien se encuentra vulnerable. Si quieren saber más, aquí están todos los detalles de la boca de ellos mismos.
¡En breve sumaremos fotos de las entrevistas!

Felicitas Irazusta: "Nosotros, lo que queremos hacer, es tratar de terminar con la desnutrición"

LOM: Primero contanos tu nombre y tu ocupación.
FI: Soy Felicitas Irazusta, tengo 21 años y estoy estudiando psicología.
LOM: Nos contaron que estás en un proyecto en una Asociación, queríamos saber cuándo y cómo surgió la idea del proyecto de desnutrición infantil.
FI: Nosotros somos voluntarios de un asociación que se llama Voy con vos, que está ayudando a dos lotes de Chaco, que son el lote 20 y el lote 42. Este proyecto nace el año pasado. Con algunos chicos nos pusimos a pensar sobre la situación de los chiquitos de Chaco, en cuanto a la nutrición, y este año, a principio de año, se formó un equipo de nutrición. Nos presentamos por primera vez en Semana Santa, fuimos por las casas diciendo que se formaba un nuevo grupo, un nuevo taller, que era de nutrición, les contamos quiénes éramos. Hay dos que están estudiando medicina, dos que estamos estudiando psicología. Nos presentamos y le dijimos a la gente que íbamos a empezar este nuevo taller. Lo que primero hicimos fue hacer encuestas en las casas para evaluar las condiciones de vida, ver en dónde vivían, cuántos hijos tenían, si recibían algún plan o no que los ayudara. Pesamos y medimos a los chicos, y también a las madres para poder sacar datos concretos de cuál era la situación allá. Después también nos juntamos en Buenos Aires casi todas las semanas para ver qué vamos a hacer en nuestro próximo viaje. Nosotros viajamos alrededor de cuatro veces por año a Chaco, queda muy lejos, entonces tratamos de que cada viaje esté bien organizado, para que nosotros podamos sacar lo que queremos de ese viaje y poder ir trabajando con la gente a medida que van surgiendo las necesidades. Ellos nos cuentan qué les pasa, nosotros tratamos de darles una mano y todo esto enfocado desde la nutrición, porque en Chaco hay muchos chicos desnutridos, y son dos lotes que están muy alejados del pueblo [Tres Isletas, Chaco]. Hay una salita que se ocupa de ellos pero no tienen muchos recursos, entonces se tienen que ir hasta el hospital de Tres Isletas, que queda muy lejos. La idea es tratar de darles una mano antes de que lleguen a una situación tan grave que se tengan que ir a Tres Isletas.
LOM: ¿Fuiste una de las pioneras en la Asociación o te sumaste después al proyecto?
FI: No, yo me sumé después. La Asociación viene de hace cinco o seis años, de unos chicos que iban a un colegio en Buenos Aires y se iban a misionar a  ese pueblo, y yo me sumé recién hace dos años.
LOM: ¿En qué consiste tu trabajo?
FI: Es complicado. En realidad, consiste en darle una solución concreta al problema que están teniendo: ellos tienen dificultades en darles a sus hijos la comida que necesitan, entonces nosotros tratamos de poder ayudarlos, de poder enseñarles a las madres algunas cosas que no saben… Tratamos de estar atentos a lo que les pasa, en realidad…
LOM: Las necesidades en el momento, serían.
FI: Tal cual, sí.
LOM: ¿Algún caso particular te marcó?
FI: Sí. En realidad, empezar con este proyecto ya fue fuerte, porque una cosa es ir al lugar, y otra cosa es cuando te empezás a enterar con datos concretos de qué les está pasando a los chicos. Por ahí, había muchos chicos con quienes jugaba, o con quienes estaba todo el día, y, después de pesarlos y medirlos, salió que estaban desnutridos. Eso te afecta. Aparte, ibas conociendo a la familia, y te iban contando de los problemas que tenían, y, sí… Había un chiquito de diez semanas, que es muy chiquitito, a quien la mamá le tenía que dar de mamar, y en lugar de darle de mamar le daba mate cocido. Un chiquito de diez días no puede tomar mate cocido, porque todavía es muy chiquito, y entonces no tiene todos los órganos que tenemos nosotros preparados para eso. Ese caso, por ejemplo, me marcó, porque era muy chiquitito, entonces tuvimos que trabajar con la madre a ver qué le estaba pasando.
LOM: ¿Qué es lo que hace que quieras trabajar ahí?
FI: Qué buena pregunta. Yo sé que hay alguien que necesita una ayuda y que yo puedo darle una mano, y eso creo que es lo que me hace querer ir ahí: saber que puedo hacer algo por ellos, que puedo ayudarlos.
LOM: ¿Cómo es la situación de desnutrición en Chaco?
FI: Mirá, es bastante complicada. De los chicos que pesamos y medimos, que son alrededor de 50 chicos, más de la mitad tenían desnutrición, y tener desnutrición es no tener los nutrientes necesarios que tenés que tener para esa edad. Lo que pasa es que el cerebro, cuando un bebé es muy chiquito, se desarrolla, y si no tiene los nutrientes que necesita, se desarrolla menos, entonces vos tenés que tratar de que el chiquito, cuando es bebé, tenga los alimentos que necesita, para que se pueda desarrollar bien, y así pueda estudiar, pueda después trabajar. Si no tiene eso le cuesta muchísimo más que a otros chicos.
LOM: ¿El proyecto de desnutrición está dirigido solamente a niños?
FI: Sí, está dirigido a niños por este tema: porque creemos que vos podés prevenir la situación. Una vez que el cerebro crece, si está desnutrido no hay posibilidades de revertirlo, entonces nosotros apuntamos a los chiquitos por un tema de tratar de prevenir, de tratar de que no lleguen a una situación muy complicada…
LOM: ¿Qué resultados tuvo el proyecto hasta ahora?
FI: Por ahora, en realidad, nos dimos a conocer, que ese es uno de los principales objetivos de este año: que nos conozcan y que sepan que estamos trabajando en eso. Pero, después, como recién acabamos de empezar, vamos a pasos muy cortitos, entonces lo que hicimos fue pesar y medir a los chicos y ver si estaban desnutridos o no y tratar de trabajar con las madres de esos chicos que estaban en bajo peso y decirles que sus hijos estaban en bajo peso así les podían poner un poquito más de atención y cuidar un poquito más de ellos.
LOM: ¿Cómo fue que captaron la atención de la gente¨?
FI: Fue complicado, porque tuvimos que ir casa por casa diciendo quiénes éramos, y a veces no venían todos a la reunión, entonces venía poquita gente. En realidad, lo que nos pasó fue que fue más de boca en boca. Por ahí se enteraban de que nosotros estábamos ahí, entonces iban, o por ahí se enteraban de que había otro taller ahí en la escuela. Porque nosotros siempre estamos ahí en la escuela y las madres van. Por ejemplo, había un taller donde las madres aprendían a tejer, entonces nosotros aprovechábamos, y, antes de que las madres tejieran, les dábamos una charla, así íbamos sumando gente, pero cuesta.
LOM: ¿Los voluntarios tienen continuidad con el proyecto?
FI: Algunos sí, y otros, no. Justo, en nuestro grupo de nutrición somos cinco, y todos seguimos, por ahora, por suerte, pero como es tan lejos, cuesta viajar. Si no viajás, a veces te perdés, te metés en todo lo que tenés que hacer en tu rutina y todo eso, y decís: “bueno, abandono”.
LOM: Aparte de la desnutrición infantil, ¿cuáles son los otros temas con los que trabaja la Asociación?
FI: Principalmente, con la educación de los chicos. Los chicos van a una escuela rural ahí, y tienen hasta séptimo grado, entonces lo que hace la Asociación es becarlos para que puedan ir a una escuela técnica en Tres Isletas en donde puedan aprender carpintería, electricidad, todas esas cosas. Voy con vos arrancó con eso. También tenemos taller de tejido, taller de lectura, el de nutrición que arrancó este año, taller de arte…
LOM: Los proyectos de la Asociación, ¿son solo infantiles?
FI: No, el taller de tejido, por ejemplo, es para las madres, y después existe el taller de jóvenes, que es para adolescentes, y las becas son para adolescentes, así que hay para todos. Y el de nutrición trabaja con los chiquitos que están desnutridos pero sobre todo también con las madres y con las familias, así que hay de todo.
LOM: ¿Cuántos voluntarios o profesionales trabajan, más o menos?
FI: Me parece que profesional no hay ninguno. Somos todos chicos que estamos estudiando. Voluntarios, que viajan seguido, deben ser cuarenta, y después hay algunos otros que van a reuniones que se hacen acá en Buenos Aires, pero que no viajan.
LOM: ¿Invitan a gente para que se sume como voluntaria?
FI: Sí, es un grupo que está abierto. Cuanta más gente, mejor, porque hay más manos que pueden ayudar, así que sí, está abierto. Lo que pasa es que empezó hace algunos años, pero cada vez, por suerte, va creciendo más, así que cada vez se va sumando más gente.
LOM: ¿Cómo hacen para invitar?
FI: Se va corriendo también mucho de boca en boca. Entre los amigos que te dicen: “che, mirá, conozco a una persona que se va a Chaco y que hace esto y aquello…”, y se van sumando. Y si no, una vez por año hacemos una reunión general para contar qué hacemos, quiénes somos, y por ahí, ahí encontrás gente que te dice “uy, qué bueno lo que hacen, me quiero sumar, tengo ganas”, y se suma.
LOM: Ya nos dijiste que uno de los objetivos era la darse a conocer. ¿Tienen algunos otros para el futuro?
FI: Sí. Nosotros lo que queremos hacer es tratar de terminar con la desnutrición. Es algo muy complicado, también queremos educar a las madres y a los chicos y a las familias. Sería así: nuestro objetivo más grande sería terminar con la desnutrición, pero eso es muy complicado, entonces lo tenemos que hacer con pasos muy chiquititos. Después, queremos educar, queremos prevenir…  ¿Vieron lo que les conté del chiquito de diez días que la mamá no sabía que no le podía dar mate cocido? Queremos hacer eso, también: que las mamás sepan lo que está bien y lo que está mal, que por ahí nadie se los contó y no lo saben, porque están en un pueblo muy lejano a la ciudad y en Chaco, donde están todos muy separados, entonces no se hablan entre sí. Queremos tratar de dar más información.
LOM: ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
FI: Me gusta estar con la gente, me gusta estar con ellos. Se va formando una amistad que es muy linda.
LOM: Para terminar, ¿cómo te sentiste en la entrevista?
FI: Me sentí muy cómoda, estuvo muy bueno. Gracias. 

Juan Ignacio Solernó: "Lo que más me atrajo de esta carrera es estar cerca de los problemas de la gente"
LOM: ¿Qué es lo que te influyó para seguir esta carrera?
JS: Me influyeron dos o tres cosas. Lo que más me atrajo o me atraía era estar cerca de los problemas de la gente. Me atrae mucho el lugar donde hay conflicto, digamos. Y la enfermedad genera conflicto, justamente, ¿no? Para la persona, para la familia, para el resto de la gente que está alrededor, y al mismo tiempo representa un desafío. Uno tiene que esforzase para aprender y tener las herramientas para poder solucionarlo. Entonces estar, compartir esos momentos en los cuales la persona se torna más vulnerable es lo que más me gusta, es lo que me atrae. Estar en ese momento cuando la persona se descubre vulnerable y poder ayudar ahí o aportar lo que  pueda aportar para que se sienta mejor.
LOM: ¿Qué especialidad elegiste?
JS: Pediatría. Atendés chicos, desde que nacen hasta los catorce o quince años.
LOM: ¿Te gustó alguna otra especialidad además de pediatría?
JS: Sí, la que me gustó es esta que se llama medina general o medicina familiar, en la que se trabaja generalmente en centros periféricos de salud: en salitas de barrio o muchas veces en hospitales rurales, que lo que hacen es atender lo más prevalente, o las patologías o los problemas más comunes de una comunidad entera. Por ejemplo: desde hacer un parto hasta atender a un anciano o atender a un recién nacido o a un joven. Lo que tiene, que también me gusta mucho de esa especialidad es la integración con la comunidad. No solamente hacer trabajo médico específicamente, sino poder trabajar con la comunidad para ir tratando de desarrollarla. No solamente tratar de solucionar una enfermedad, sino tratar de solucionar el problema de las cloacas, del agua corriente, de prevenir enfermedades, de entender. Por ejemplo, en otras culturas, trabajar al lado de un chamán. En los pueblos originarios, en las culturas aborígenes de nuestros continentes, el chamán era una mezcla entre sacerdote y curandero, y cuidaba a las personas con ritos y con hierbas. Me gusta la idea de tomar lo positivo de cada cultura y poder compartir lo que traje yo, las dos cosas. Los chamanes siguen existiendo, y existen en Capital Federal. Donde estoy trabajando ahora hay uno.
LOM: ¿Te gusta el trabajo que tenés?
JS: Sí, me gusta. Como en todo trabajo, hay días en que estoy cansado, hay días en que no tengo ganas de ver a nadie, hay días en que la paciencia se me acaba, pero si miro para atrás y miro con un poco de distancia estoy contento de lo que elegí. Me gusta el trabajo que hago. Te devuelve muchas gratificaciones. Es mucho desgaste, también, pero te devuelve muchas gratificaciones en la relación con la gente.
LOM: En tu adolescencia y niñez, ¿te gustó otra carrera, o siempre tuviste eso en mente?
JS: Quise ser bombero, como todo chico. Quise ser policía, pero cuando tendría siete u ocho años empecé a decir que quería ser médico. Después, me  marcó mucho, también, cuando tendría diez u once años, un libro que cuenta la historia de Albert Schweitzer, un médico que trabajó en África, con los pueblos aborígenes de allá, y que se metía en la canoa, en el medio de la selva. Esas cosas fueron también alimentando un poco mis ganas. Después, las series de televisión como ER emergencias siempre me gustaron. Pero la verdad es que, llegando a los dieciséis o diecisiete años, empecé a hacer crisis y empecé a pensar en otras carreras, también. Pensé en hacer psicología, pensé en hacer economía, pensé en hacer política, y gracias a Dios no elegí ni política ni economía, y elegí lo que elegí, pero sí, también pensé en hacer otras cosas.
LOM: ¿Qué es lo que te motiva para ir cada día a tu trabajo?
JS: ¿Qué es lo que me motiva? Qué buena pregunta. A ver, hay días en los que, creo que como todos, no quiero ir a trabajar, me gustaría quedarme en la cama durmiendo o haciendo algo que me guste, pero encuentro la motivación en el vínculo con la otra persona. Lo que se da en medicina es que en cierta manera uno se hace responsable y acompañante de una persona que está en situación de necesidad. En mi caso es un chico con su madre, generalmente, y el hecho de comprometerme con ese chico para que ese chico esté bien, comprometerme en acompañar a la madre o al padre: acompañarlos si la cosa no tiene solución y acompañarlos incluso si tiene solución, y ver cómo por el hecho de comprometerse las cosas van saliendo bien es lo que me genera más ganas. Uno puede comprometerse a medias, y hacer lo mínimo e indispensable y la cosa anda, a medias, pero anda, pero uno ve la diferencia cuando te importa mucho el otro. No son todos los días, pero bueno, cuando pasa, cuando te importa mucho el otro, te das cuenta de que el trabajo que vos hacés es mucho mejor. Las cosas que pudiste solucionar de la vida del otro son muchas más, y eso es lo que más te motiva.
LOM: ¿Qué pensás cuando te levantás?
JS: Primero pienso en qué voy a desayunar, si me levanté con ganas de té o café, y después, siempre se me ocurre qué deparará el día, qué se traerá el día. Uno va con esa expectativa de encontrarse con algún desafío, también, de poder hacer algo bueno, de poder aportar algo, poder ser útil: cuando estás en la sala de internación, que el problema del chico se resuelva y se vaya a su casa. Cuando estás en el consultorio, poder ir descubriendo cositas chiquititas sobre las cuales intervenir. También, algo que me motiva es el deseo de aprender. Tal vez no lo dije antes, pero es otro motor importante: el deseo de aprender, de saber más, de conocer.
LOM: ¿Cuántas horas cumplís de trabajo?
JS: El horario que tengo que hacer de trabajo es entrar a las ocho e irme a las cinco. Ese es el formal. En la residencia de pediatría hay distintas rotaciones. Por ejemplo, en los centros de salud a veces te vas a las tres, cuatro. A veces, en la sala de internación, cuando explota de chicos internados te vas a las siete de la tarde, y también hacemos guardias: uno se queda en la sala de internación cuidando a los que están internados y recibe a los que tienen que internarse, entonces entrás a las ocho de la mañana y te vas a la una del mediodía del otro día. Esos son los días más graves.
LOM: ¿Cuáles son las enfermedades más frecuentes en los adolescentes, o, en este caso, preadolescentes?
JS: Buena pregunta. En general, la enfermedad respiratoria es más común en los chicos más chiquititos. Entre los preadolescentes se enferman de las vías respiratorias los asmáticos o los que tienen muchos factores de predisposición. Son frecuentes las intoxicaciones, porque los chicos empiezan a probar algunas cosas, son frecuentes lo que se llaman politraumatismos: accidentes en vía pública, golpes en deportes, caídas. Son frecuentes también algunas enfermedades crónicas: ya se marca la tendencia a la obesidad, la hipertensión. Son frecuentes (no tan frecuentes, pero a veces las hay), las enfermedades de transmisión sexual, sobre todo en chicos más grandes, no tanto preadolescentes. El preadolescente está como en ese proceso de transición entre chico y grande, está con un pie en un lado y con un pie en otro, también hay mucha cosa más bien desde lo emocional que los chicos pasan, no solamente desde lo físico. Cambia mucho el cuerpo, pero en general no se enferman tanto.
LOM: ¿Alguna vez tuviste un error al atender a un paciente?
JS: Sí, tuve.
LOM: ¿Nos podrías contar?
JS: Bueno, les cuento. Cuando los chicos tienen diarrea y la diarrea es muy líquida y muy importante, uno tiene que reponer el líquido constantemente, porque si no se deshidratan. Cuando son muy chiquititos, por ejemplo, chicos de seis, siete kilos, bebés de tres meses, más o menos, un pañal de 600 gramos representa un 10 % del peso del cuerpo del chico. Entonces, los chiquitos son muy lábiles a deshidratarse rápido, y me pasó dos veces de descuidar a un chiquito un par de horas y en esas dos horas se deshidrató. Igual le pusimos suero y anduvo bien. También tuvimos el caso de otro chico al que lo quisimos rehidratar con el pecho, porque no le encontrábamos una vena, porque no queríamos llamar al cirujano para que lo cortara y le buscara la vena con cirugía y también se deshidrató durante la guardia. Igual andan bien los chicos, a ninguno le pasó nada grave. Hay que estarles muy encima, a los que se internan hay que estarles muy encima. A veces uno por confiarse, por distraído o por cansancio, no lo hace. A veces uno está bastante cansado y no trabaja del todo bien, pero gracias a Dios no está solo y siempre hay algún otro al lado que se da cuenta de que la cosa no está andando bien e interviene.
LOM: ¿Cómo dan los turnos en tu hospital? Porque en las salitas hay que ir un día antes para retirar los turnos, entonces queríamos saber si era igual o hay que ir en el día para que te atiendan a la tarde.
JS: En el hospital lo que se hace es dos turnos de consultorio: a la mañana y a la tarde. La gente va a las siete de la mañana, aproximadamente, y saca turno y se la atiende en el día, a la mañana. Y después puede ir a las once de la mañana y pedir turno para la tarde. En esos casos se lo atiende en el día. En las salitas -que generalmente están metidas en zonas más difíciles, villas o zonas inseguras –, cuando se hacía eso a mucha gente que iba a las siete de la mañana le robaban esperando para entrar a la salita y sacar turno. Después, hasta se había hecho un negocio, que era que vos le pagabas a alguien para que haga la cola por vos a la mañana…
LOM: Hay, todavía…
JS: Debe existir acá también, sí. Le pagabas para que vaya a las cinco de la mañana, haga la cola por vos y se había armado toda una mafia bárbara con eso, porque las madres que necesitaban turno no alcanzaban a tener uno. Así que lo que se hizo fue que las madres van a las dos de la tarde a la salita y sacan turno para el otro día. Si es una urgencia, si el chico está grave o es algo muy agudo, se lo atiende igual sin turno.
LOM: ¿Te sentís cómodo en el hospital en el que estás trabajando?
JS: En balance general, sí. Tengo mis diferencias con algunas personas que trabajan ahí, o por pensar distinto o por no bancarme la manera en que tratan a la gente. No me gustan muchas cosas que se hacen ahí: cómo se tratan entre médicos y cómo trata el médico al paciente. Me hace sentir incómodo. Pero bueno, no toda la gente trabaja así, y los que lo hacen no lo hacen todo el tiempo, tampoco, y entonces uno puede llegar a convivir. Hay mucha gente, también, que trabaja bien y que lo disfruta. En líneas generales, la gente que trabaja es buena, pero a veces no hay  buenos tratos, y eso genera un poco de incomodidad.
LOM: ¿Qué caso que atendiste te conmovió más?
JS: Hay varios… Me acuerdo de dos. Uno que ilustra más lo médico y uno que ilustra más lo social. El trabajo del médico, por lo menos como lo veo yo, es un poco y un poco. Una pata es la médica, la científica, y una pata es la social, la humana.
Uno fue una bebé de dos meses que se había internado por una coqueluche, tos convulsa. Había estado internada una semana, había mejorado. La coqueluche daña los pulmones, pero puede andar bien. El día en que se iba a ir de alta se pescó un virus, el virus de la bronquiolitis, el más común, y empezó a empeora. Yo estaba en la sala de internación. Pasó a terapia intensiva una mañana. A esa bebé la vi casi muerta, y me conmovió mucho porque habíamos hecho mucho vínculo con la madre, con la familia. La bebé era preciosa. Hermosa. La llevaron a terapia intensiva y estuvo cerca de veintiún días o veintiocho días con el respirador, pero incluso con el respirador artificial no mejoraba. El pronóstico era muy malo, muy malo, y era un virus que se había pescado dentro del hospital sobre un pulmón enfermo y que tranquilamente o se lo habíamos contagiado los médicos o enfermeros que habíamos entrado o salido de la habitación, o la madre había visitado otra habitación. Igual puede pasar. La cuestión es que estuvo casi un mes en terapia intensiva, a punto de irse del otro lado, y se salvó. Fueron impresionantes sus ganas de vivir. Dos meses tenía.
Cuando los chicos salen del respirador, están dormidos, y después hay que bajarles la analgesia de a poquito, porque si no tienen síndrome de abstinencia. Entonces, estuvo como dos semanas en la sala de vuelta haciéndole el descenso de la droga, y en esas dos semanas, de estar dormida y uno verla con muchas secuelas, pasamos de a poquito a ir viendo cómo se iba despertando, e iba recuperando el tono de los músculos, la conexión con el entorno. Cuando se fue, se notaba que le faltaba recuperarse un poco, pero estaba bien, y lo fue recuperando después. Fue bastante extremo. Lo que más te pega es cuando hiciste un vínculo con el otro.
La otra historia es la de una chiquita de unos diez años con una parálisis cerebral, que decía palabras sueltas. Estaba en silla de ruedas, con un retraso madurativo, y la habían encontrado en un baño de un parque público con la mamá que se había muerto al lado. Yo estaba de guardia cuando la recibimos. Se internó porque no tenía dónde ir a parar. Cuando se interna un chico así el Gobierno de la Ciudad le pone un acompañante hospitalario. La enana era comiquísima, era muy graciosa. Se miraba al espejo y decía que era linda, “soy preciosa, mirame”, era muy graciosa, y te llenaba de besos. La acompañante hospitalaria todos los días le hacía un peinado nuevo, la bañaba, la cuidaba, la tenía impecable. La verdad es que era espectacular. Después encontraron al papá. Al final terminó yéndose a un hogar durante un tiempo y después el papá se iba a hacer cargo. Fue impresionante: el día que entró no sabíamos ni cómo se llamaba y al final terminamos pudiendo encontrar al papá. Ella era un espectáculo, la verdad es que era un espectáculo.
LOM: ¡Muchas gracias por la entrevista! Muy interesante.

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